abril 26, 2012

JOSÉ MARÍA SICILIA


La sensibilidad, la simplicidad de las formas, la simbología implícita, la esencia pura del color, son las características fundamentales que José María Sicilia (Madrid, 1954) plasma en todas su obras.

- El silencio, la interiorización (la visión interior), el blanco como búsqueda de todos los colores, la iluminación... Pero no es usted el místico venido a compartir el amor y la clarividencia. Creo que su misticismo es trágico y que se sitúa en la dorsal de su admirado San Juan de la Cruz.

Desde luego, es inútil creer que mi trabajo influye en la sociedad. Tampoco la sociedad se asoma a contemplar mi obra, que no tiene nada que ver con su marcha. Mi trabajo no puede influir porque se encuentra muy lejos de todo eso. Mi obra, en definitiva, queda dentro de un círculo. Todo ocurre a pesar mío, ocurre porque es así, sin más. [...]Como dijo Baudelaire, cuando me preguntan qué quiero decir, respondo que lo que quiero es hacer, y es esa intención lo que digo.


"Ahora no tengo imágenes, es cuestión de espera, de tranquilidad, de tiempo", creo que ésa es una de las autorreferencias que más ayudan a interpretar su proceso de trabajo. ¿Esa búsqueda de señales -como dirían los surrealistas- convierte la poesía en una de las vías tangenciales de su pintura ?

- No creo que haya una correspondencia entre la poesía y mi obra, pero es una parte del mundo donde estás, donde haces algo y donde estás viviendo. Creo que la poesía me ha alimentado enormemente. La poesía es la propia vida; para llegar a la poesía hay que hacerlo a través de la vida. 
 - No sirve entonces como acicate para alcanzar el estado creativo necesario para seguir produciendo?



- No hay más estado creativo que el que te da la vida: no saber. No saber qué hacer, a dónde vas. Vagamente sabes de dónde vienes.

Lo demás es todo terreno movedizo. Y en ese terreno movedizo es donde está la creación. Si es que la creación existe.

Fragmento de la entrevista a J.M. Sicilia

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