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Primero te retraes,
te agostas,
pierdes alma en lo seco,
en lo que no comprendes,
intentas llegar al agua de la vida,
alumbrar una membrana mínima,
una hoja pequeña.
No soñar flores.
El aire te sofoca.
Sientes la arena
reinar en la mañana,
morir lo verde,
subir árido oro.
Pero, aún sin ella saberlo,
desde algún borde
una voz compadece, te moja
breve, dichosamente,
como cuando rozas
una rama de pino baja
ya concluida la lluvia.
Poema de Ida Vitale
1 comentario:
el alma cede cuando se recoge lo pequeño
cuando la red son las líneas delgadas, manto, nervio
el pulso cálido
rodeando la piedra, el mar
la distancia entre la sombra y las sombras
esa gota en la punta de la hoja…
abrazos paula
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